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Cáncer gastro intestinales

Cáncer de Esófago

El esófago es un tubo muscular hueco que conecta la garganta con el estómago, permitiendo el paso de alimentos y líquidos al estómago para continuar con el proceso de digestión. Se divide en tres partes: superior, media e inferior.

El cáncer de esófago es un crecimiento anormal y agresivo de las células del esófago. Puede aparecer en cualquiera de las tres partes del esófago.

Según datos de 2020 se registraron aproximadamente 1,290 nuevos casos y 1,238 muertes por esta causa en el país. Aunque puede ocurrir en cualquier edad, es más frecuente que aparezca a partir de los 60 años.

Existen dos tipos de cáncer de esófago, nombrados por el tipo de célula donde se originan:

  1. Carcinoma epidermoide (más frecuentes en la parte superior y media del esófago)
  2. Adenocarcinoma (más frecuentes en la parte inferior del esófago).

Los principales factores de riesgo para desarrollar cáncer de esófago son: consumo de tabaco, consumo de alcohol, enfermedad por reflujo gastroesofágico, obesidad y consumo de alimentos o bebidas extremadamente calientes.

La enfermedad más habitual es la llamada esófago de Barrett. Esta puede ser ocasionada por años de reflujo gastroesofágico sin tratamiento. El reflujo gastroesofágico sucede cuando el contenido ácido del estómago regresa al esófago causando molestias como agruras, dolor en la boca del estómago, acidez y repetición de comida. La mayoría de las personas con reflujo gastroesofágico no desarrollan esófago de Barrett, sin embargo, las personas que sí lo desarrollan tienen un alto riesgo de presentar cáncer de esófago.

Tener uno o más familiares directos diagnosticados con cáncer de esófago puede aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad. Este riesgo puede estar relacionado con factores genéticos hereditarios, así como con factores compartidos en el entorno familiar, como hábitos alimenticios, consumo de tabaco o alcohol.

El cáncer de esófago normalmente no da síntomas cuando se encuentra en etapas tempranas. La mayoría de los pacientes presenta molestias cuando el tumor empieza a bloquear el paso de los alimentos y bebidas a través del esófago, los principales datos de alarma son: dolor o dificultad para comer, beber o pasar saliva, pérdida de peso involuntaria, pérdida del apetito, dolor en la boca del estómago, agruras, dolor en la parte trasera de la garganta, ronquera, tos y cansancio.

Aunque no siempre se puede evitar el cáncer de esófago, hay maneras de reducir el riesgo: evita el consumo de tabaco y alcohol, mantén un peso saludable acompañado de una alimentación sana, evita consumir alimentos o bebidas muy calientes, acude con tu médico para chequeos regulares si tienes antecedentes familiares de cáncer o si tienes reflujo gastroesofágico frecuentemente.

El diagnóstico se realiza a través de diferentes estudios médicos que ayudan a confirmar la presencia de la enfermedad y a determinar la etapa en la que se encuentra (qué tan avanzado es). Para saber si alguien tiene cáncer de esófago, se pueden realizar los siguientes estudios:

  1. Pan endoscopía

    es un estudio en el que se introduce por la boca una cámara pequeña para revisar directamente el esófago, el estómago y la primera parte del intestino delgado. Durante este procedimiento, se pueden tomar muestras del esófago (llamadas biopsias) para analizarlas y confirmar si hay células cancerosas.

  2. Estudios de rayos X contrastados

    son radiografías que se toman mientras el paciente hace un trago de líquidos especiales (contraste oral) que permite detectar problemas como estrechamientos o irregularidades en las paredes del esófago.

  3. Laboratorios y exámenes de sangre

    son muestras que, aunque no confirman el cáncer por sí solos, ayudan a evaluar el estado general de salud de la persona y pueden dar pistas sobre posibles complicaciones. Entre ellos se encuentran la biometría hemática, química sanguínea, pruebas de funcionamiento del hígado y marcadores tumorales; entre otros.

  4. Tomografía computarizada

    también llamada TAC, este estudio genera imágenes detalladas del interior del cuerpo, lo que ayuda a identificar el cáncer y sus relaciones con órganos cercanos, o si este se ha extendido a otras partes del cuerpo como el hígado o los pulmones.

  5. PET-CT

    es una combinación de la tomografía con la inyección de sustancias radioactivas que permiten identificar si hay actividad cancerosa en distintas partes del cuerpo. Es útil para determinar la extensión del cáncer o para la planeación de cirugías.

El cáncer de esófago se clasifica en cuatro etapas clínicas, que ayudan a entender qué tan avanzado está el tumor y a decidir el mejor tratamiento para el paciente. Estas etapas se determinan según la profundidad del tumor, si existe invasión de tejidos cercanos y si se ha extendido a otras partes del cuerpo:

  1. Etapa I

    el cáncer está limitado a las capas más internas del esófago. Es pequeño y no ha afectado los ganglios linfáticos ni otros órganos. El tratamiento habitualmente está basado en una cirugía que se realiza por medio de endoscopia.

  2. Etapa II

    el cáncer ha crecido más profundamente en las capas del esófago y puede haber llegado a los ganglios linfáticos cercanos, pero aún no se ha extendido a órganos lejanos. El tratamiento puede incluir la cirugía, con o sin quimioterapia y radioterapia antes y después del procedimiento.

  3. Etapa III

    el cáncer ha invadido casi en su totalidad las capas del esófago, además de haber invadido ya ganglios linfáticos cercanos y regionales. El tratamiento se basa en quimioterapia con o sin radioterapia seguidas de cirugía en caso de existir una adecuada respuesta al manejo inicial.

  4. Etapa IV

    también llamada etapa metastásica, es la etapa más avanzada de la enfermedad en la que el cáncer se ha diseminado a otras partes del cuerpo, como el hígado, los pulmones u otros órganos. En esta etapa, el tratamiento se enfoca principalmente en aliviar los síntomas, mejorar la calidad de vida y, en algunos casos, prolongarla.

la evaluación de los pacientes se decide en conjunto con los médicos de las diferentes especialidades que tratan el cáncer: cirugía oncológica, oncología médica, radioterapia, endoscopía, clínica del dolor, cuidados paliativos y nutrición, entre muchas otras más. En equipo se determina cuál es la mejor modalidad de tratamiento de acuerdo con las características del paciente y la etapa de la enfermedad. Cada caso es diferente, por lo que el manejo debe ser personalizado al paciente para así cumplir los objetivos del tratamiento.

aún cuando el cáncer fue eliminado por completo, el riesgo de que este vuelva existe por lo que una vez completados los tratamientos, los pacientes entran en un periodo de vigilancia con consultas periódicas en conjunto con el equipo de las diferentes especialidades para realizar un seguimiento estrecho que normalmente dura hasta 5 años. En este periodo se solicitan estudios de imagen, laboratorios y revisiones médicas para identificar de forma temprana tumores que hayan vuelto a aparecer para darles tratamiento nuevamente.