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Salud Mental

Departamento de Salud Mental del INCan

Un diagnóstico de cáncer afecta significativamente la vida de la persona quien lo recibe y la de su entorno. Desafortunadamente, en la mayoría de los casos el impacto es negativo y conlleva grandes dificultades en áreas como la física, psicológica, emocional, familiar y social, entre otras. Es por ello, que para proporcionar un tratamiento integral a las personas con cáncer y sus familias, es fundamental incluir el apoyo emocional con aquellos pacientes que así lo requieran.

Comprometidos con esto, y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien define a la salud como un “estado de bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedades”; el Instituto Nacional de Cancerología de México (INCan) ha creado el Departamento de Salud Mental.

Donde como primer paso, se han unido esfuerzos de las autoridades del Instituto y del personal dedicado desde hace mucho tiempo a la atención de los aspectos emocionales en los distintos servicios; pero ahora con la consigna del trabajo en conjunto y en pro del bienestar emocional del paciente oncológico atendido en el INCan.

Identificación y manejo de emociones durante el cáncer

Es común experimentar un sinfín de emociones intensas desde el momento en que detectamos “algo” diferente en nuestro cuerpo y/o acudimos con el médico y nos comunica la sospecha de un diagnóstico de cáncer. De tal forma que, es posible identificar momentos donde las emociones pueden ser más intensas y por tanto aumenta el sufrimiento y disminuye la calidad de vida.

  1. Detección de algún cambio en nuestro cuerpo o en su funcionamiento; que puede ser identificado por la persona o por un profesional de la salud.
  2. Realización de estudios y/o procedimientos médicos, que en algunos casos pueden ser incómodos.
  3. Confirmación del diagnóstico oncológico o bien, encontrarse a la espera de una segunda opinión.
  4. Planificación del tratamiento más adecuado, con base en los resultados de los estudios practicados, las necesidades, características individuales y contexto de cada persona y su familia.
  5. Aplicación de los tratamientos, que en muchas ocasiones pueden presentar efectos secundarios; que si no son atendidos impactarán significativamente en la calidad de vida del paciente al aumentar el sufrimiento y riesgo de abandonar el tratamiento.
  6. Revisión de los resultados obtenidos con los tratamientos sobre la enfermedad, donde regularmente el miedo a que ésta no haya respondido cómo se esperaba está presente de manera intensa.
  7. En caso de que la enfermedad haya respondido positivamente a los tratamientos, conocido como remisión; que aunque son buenas noticias, en muchos de los casos se enfrentan efectos secundarios, secuelas y temor a la recurrencia de la enfermedad. Y por otro lado, la re adaptación a la vida cotidiana ahora con esta experiencia de vida que puede conllevar importantes dificultades físicas, emocionales, psicológicas, familiares, sociales, laborales, académicas, etc.
  8. Cuando la enfermedad no ha respondido como se esperaba, o bien, a juicio de los profesionales de la salud no se obtendría beneficio de los tratamientos existentes disponibles. Estamos hablando de un escenario paliativo, en el que existen necesidades y procesos muy específicos en el paciente y su familia; donde es fundamental, la participación de un equipo de Cuidados Paliativos multidisciplinarios especialistas en la atención al final de la vida.

Es el área o departamento de Salud Mental en Oncología, quienes cuentan con los conocimientos y herramientas adecuadas para brindar atención a los pacientes y sus familias en los distintos escenarios anteriormente mencionados. El cual, se encuentra conformado por profesionales de salud médicos y psicólogos especialistas en psiquiatría y psicooncología respectivamente.

Es el especialista en salud mental, el indicado para valorar las necesidades emocionales del paciente y con base en ellas establecer el tratamiento más adecuado. Es de gran importancia, que tanto los médicos tratantes como los pacientes y sus familias sepan que es posible trabajar en conjunto para cubrir las necesidades emocionales a lo largo del proceso de cada paciente; y que esto tiene como objetivo mejorar la calidad de vida de la persona sin importar la etapa de la enfermedad en la que se encuentren.

Alteraciones emocionales más comunes con un diagnóstico de cáncer

Entre las alteraciones emocionales más comunes se encuentran los trastornos depresivos y de ansiedad. Existen muchos factores que pueden llevar a un paciente con cáncer a experimentarlos, entre los que se encuentran presencia de dolor y otros síntomas físicos relacionados con la enfermedad y/o los tratamientos recibidos como son la fatiga, anorexia, disnea, pérdida de peso, alteración en la imagen corporal, alteración de los patrones de sueño, inadecuado soporte familiar, problemas económicos, múltiples pérdidas y procesos de duelo no resueltos, etc.

¿Cuándo es necesario acudir con un profesional de salud mental?

Estar expuesto a estrés crónico, como lo es tener un diagnóstico de cáncer, es un factor de riesgo para padecer depresión, ansiedad, trastornos de adaptación, entre otros, lo que podría implicar que la enfermedad empeore; ya que estas alteraciones emocionales dificultan el apego a los tratamientos médicos.

Algunas situaciones que podrían indicarnos que se requiere apoyo de un profesional de la salud mental son:

  1. Sentir que la emoción o emociones están sobrepasando el día a día.
  2. Tener dificultad para realizar un trabajo o actividad como antes.
  3. Dificultad para seguir indicaciones médicas.
  4. Sentir apatía y tener dificultad para hacer actividades que hasta hace poco se disfrutaban.
  5. Falta de energía y/o sentir que no se tiene fuerza.
  6. Tener problemas de atención, memoria, concentración, etc.
  7. Tener pensamientos o preocupaciones constantes difíciles de controlar.

Como se ha mencionado anteriormente, las alteraciones emocionales no tratadas durante el proceso del cáncer; además de afectar significativamente la calidad de vida del paciente al aumentar el sufrimiento, podrían tener consecuencias negativas como pobre apego y/o abandono de los tratamientos médicos, progresión de la enfermedad, síntomas descontrolados, incremento en la visita a urgencias, entre otras.